Capítulo 12. Telemedicina y sistemas de información sanitaria. TIC

Miguel López Coronado
Jesús María Herreros González

Introducción

Las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC) han ido mostrando su utilidad en la sanidad desde hace varias décadas. Siendo los primeros servicios en introducirlas aquellos que, por su complejidad y/o cantidad de datos, así lo recomendaban. Una vez iniciado este proceso los centros sanitarios se han ido dotando de los medios necesarios para conseguir la agilización de la gestión sanitaria en su conjunto.

No podemos olvidar que la atención sanitaria es uno de los servicios universales que ofrece esta sociedad del bienestar como algo imprescindible y, además para la sanidad pública, gratuito. Ello ha dado lugar, a partir de la década de los ochenta, a un aumento drástico en el número de pacientes, o ciudadanos, a atender por un sistema sanitario no dimensionado para ello, apareciendo las, por nadie deseadas, listas de espera. Los intentos para adecuar estas necesidades han dado lugar, en el mejor de los casos, a un fuerte aumento en el presupuesto sanitario.

Las transferencias sanitarias a las comunidades autónomas han puesto de manifiesto este déficit de servicios a pesar del aumento de los presupuestos. Además, las negociaciones llevadas a cabo, autonomías-gobierno central, no siempre han conseguido un justiprecio adecuado lo cual ha empeorado la situación.

A estos problemas hay que sumarles un envejecimiento de la población y un aumento de la emigración que ha obligado a desenterrar patologías prácticamente desaparecidas. Todo ello está saturando los servicios y aumentando, aún más, las listas de espera.

El aumento de las dotaciones presupuestarias, y como consecuencia, el aumento en la dotación de los servicios médicos tiende a mejorar la situación. Pero el aumento sistemático de los presupuestos sanitarios puede dar al traste con la capacidad recaudatoria del Estado. No es posible aumentar sistemáticamente los impuestos para paliar este déficit. La racionalización de la gestión sanitaria y la introducción de las TIC y sus aplicaciones para agilizar y rentabilizar dicha gestión es una de las posibles soluciones, si no la mejor.

La introducción de las nuevas tecnologías en todos los aspectos de la sanidad nos permite rentabilizar al máximo los medios de los que se dispone. Además, mediante la telemedicina, se puede atender a los pacientes con difícil accesibilidad, se evitan desplazamientos, lo que hace posible trasladar la atención hospitalaria a los centros de salud y, en el mejor de los casos, a los hogares del ciudadano, evitando una ocupación hospitalaria que encarece y merma recursos, y que resulta cara socialmente.

La introducción de estas tecnologías en el sistema sanitario se ha hecho de una forma no prefijada ni ordenada dando lugar a una informatización de los diferentes centros sanitarios no homogénea, ya que las empresas suministradoras tienen diferentes tecnologías y aplicaciones, muchas veces incompatibles. La homogeneización y la homologación de técnicas y aplicaciones en el sector sanitario no se han conseguido. De todas formas, se está luchando para que se amplíe ordenadamente con normativas y estándares homogéneos todos los servicios del sistema sanitario.

Pero lo que es cierto, es que actualmente el escenario típico de cualquier organización sanitaria es un panorama en el cual coexisten numerosos sistemas de información distribuidos y heterogéneos repartidos por cada uno de los departamentos, y que no siempre son compatibles con el resto de sistemas, constituyendo así una organización con numerosas islas de información que realizan muy bien su tarea en el departamento en el que fueron implantados, pero no pueden comunicarse con otros, y además abocan a situaciones de redundancia de información, inconsistencia, dificultad en la gestión de indicadores, cálculos estadísticos, etc., de la totalidad de una organización.

Todo esto va ligado a la fragmentación del mercado, florecimiento de aplicaciones diferentes, alto coste, soluciones particulares, corto ciclo de vida de los sistemas y falta de compatibilidad e integración con el resto de los sistemas y aplicaciones. Al no existir una normativa que fuerce una homogeneización, homologación y estandarización del instrumental médico y las aplicaciones médicas, los fabricantes no se ponen de acuerdo en estándares ni en homologaciones lo cual encarece y dificulta la introducción de los sistemas informáticos en la sanidad. Estas islas informáticas difíciles de superar dan lugar a un encarecimiento de las prestaciones telemáticas en detrimento de la calidad del sistema sanitario actual.

La introducción sistemática de las TIC en la historia clínica del paciente ponen de manifiesto otros problemas que, al igual que los anteriores, se están tratando de resolver al integrar sistemas de interoperabilidad.

La historia clínica electrónica (HCE) debe permitir, con todas las medidas de seguridad y confidencialidad, introducir los datos recabados para el diagnóstico del paciente, así como las opiniones de los diferentes facultativos y técnicos sanitarios que le han atendido. Ello implica la introducción de datos diagnósticos sin grandes problemas informáticos y otros, como las imágenes de alta resolución o en movimiento, con serios problemas de almacenamiento ya que aportan una gran cantidad de bits a las memoria del historial clínico. Para ello se han desarrollado sistemas de información suficientemente sofisticados para hacer más llevadero estos problemas informáticos.

A su vez, a la HCE tienen que acceder los facultativos y técnicos sanitarios que atienden al paciente, como es natural con las consiguientes normas de seguridad, confidencialidad y accesibilidad.

La HCE, para ser completa, tiene que atender las diferentes realidades de un paciente. Éste puede ser atendido en varios hospitales, donde se almacenará su estudio o expediente, pero esta información, que sería relevante para posteriores estudios, no es accesible fuera del centro sanitario donde se ha generado.

Hay que hacer compatible la información de la sanidad pública con la de la privada en beneficio de la salud de los pacientes. Algo más complicado es el intercambio de información entre sistemas sanitarios de diferentes autonomías. Es conocido por todos los problemas que se plantean cuando un paciente sufre un problema de salud en un lugar turístico en diferente autonomía a la de su residencia.

Habría que hacer la HCE directamente intercambiable entre cualquier centro sanitario independientemente de que sea privado o público, de una autonomía u otra. Para solucionar esto, tendríamos que establecer normas o estándares que hagan que todos los sistemas de información de telemática sanitaria, telemedicina y e-salud los cumplan, para poder acceder por completo a las HCE y puedan comunicarse entre ellos, consiguiendo así la interoperabilidad, cumpliendo todas las medidas de seguridad y confidencialidad exigibles en el sistema sanitario.

Como ya se ha dicho, la telemedicina se engarza en todos estos aspectos de la telemática sanitaria contribuyendo poderosamente a simplificar la atención a los pacientes en cualquier lugar, accesible cómodamente, o mediatizados por la distancia y la accesibilidad. Las funciones de la telemedicina son facilitar el diagnóstico y la atención a los pacientes estén donde estén. Utilizándola directamente o a través de centros de referencia médica que lo hagan posible y permitan una mayor rentabilidad del sistema sanitario.

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